No hablábamos el mismo idioma
ni siquiera nos entendíamos con señas. Nuestro idioma era diferente
que solo se entendía con miradas y cálidos besos
bajo la luna y en secreto. Como dos extraños en medio de una isla desierta
contemplando el sonido de las olas
con las manos en la arena y su boca junto a mi boca. La noche era testigo de nuestro silencio
y de la revolución que creaba en mi cuando sus manos pasaban por mi cabello
su respiración agitada por mi cuello
pedía a gritos el ser mi dueño. La manera de decirme te quiero era a través de una sonrisa y unas pupilas dilatadas
que no me quitaban la mirada de encima aun cuando la oscuridad me ocultaba. Dos locos nos decían
pero lo que la gente no sabía es que este momento solo a él y a mí nos pertenecía; porque el mundo juzga y nadie sabe lo que sucede, solo hablan porque pueden sin necesidad de comprender la magia que hay en nuestros seres. Será una historia inexistente pues en fotografías no quedará plasmada
pero hay algo mucho más importante, mantener el secreto en esta mente enamorada.
Isabelle G.